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REUBICANDO EL SISTEMA

A mediados de Mayo de este año, en pleno confinamiento, saltaba una noticia que no podía sonar mejor. Dries Van Noten, Andrew Keith -presidente de los grandes almacenes chinos Lane Crawford and Joyce- y Altuzarra habían firmado un manifiesto al que rápidamente se unieron otros pesos pesados de la industria como ACNE, Selfridges, Puig o Marine Serre en el que hacían un llamamiento a redefinir muchos de los métodos hasta entonces incontestables a los que la industria de la moda se había acomodado en estas últimas décadas de frenesí sobreproductor. Tras pasar por el filtro de una buena temporada metidos en casa a pensar, en el pensamiento colectivo de muchos diseñadores y profesionales de la industria, se hace evidente que estas formas de hacer ya no sirven a los intereses de diseñadores, comerciantes o consumidores ni mucho menos a los del medio ambiente. 

 

En este manifiesto, llamado Forum Letter, se abogaba por una serie de cambios: 

  • Reajustar las temporadas, de manera que volviesen a su época correspondiente (ago-mar/abr-jul) devolviendo las rebajas a su época natural, es decir al final de las mismas, de este modo se evita alienar a los clientes que pagan el precio completo para luego ver a las pocas semanas el mimo producto con un descuento significativo . 
  • Aplicar una reducción en los volúmenes de producción para evitar el desperdicio de telas y surplus en los stocks, con todo lo que esto conlleva de contaminación innecesaria.
  • Reducción en el volumen de viajes de los profesionales de una ciudad a otra, haciendo uso de los showrooms digitales.
  • Revisión y adaptación de los desfiles y su calendario a esta nueva forma de hacer.

 

A los poquísimos días, impulsado por la web de noticias de moda Business of Fashion, quien desde principios del confinamiento había estado haciendo rondas de contactos y charlas a través de  Zoom con múltiples profesionales de la industria, sale adelante una segunda versión de la misma idea, un poco más refinada, concretando medidas y fechas, llamada Rewiring Fashion cuyos pilares eran los siguientes:

  • Combinar los calendarios de desfiles de Hombre y Mujer, para que ocurran en ene/feb y junio, lo cual facilitaría que los tiempos de venta de productos a precio completo se alargasen, minimizar las necesidades de viaje de los profesionales y eliminar el tinte de género que hasta este momento han tenido las semanas de la moda.
  • Alinear desfiles, envíos de colecciones y temporadas reales para que estas presentaciones pasen a tener un componente más de espectáculo dirigido principalmente al público final, y por tanto la reforzando la venta de las prendas. De este modo se matan dos pájaros de un tiro, primero creando la anticipación ideal justo antes de llegar a tienda y segundo, evitando que las marcas de fast fashion copien las propuestas de los diseñadores y las vendan a precios populares.
  • Sincronizar los periodos de compras de la temporada siguiente con las presentaciones de la actual para reducir el número de viajes.

 

Para llevarlo a cabo, se facilitaba una tentativa de calendario de los próximos dos años con estas citas ya marcadas. Una de las cosas más importantes de ambos manifiestos  y de la que hablaremos más adelante, es reivindicar y mantener el concepto del lujo. Para ello el objetivo número uno es ajustar y reconducir los tiempos de las rebajas. En ambos casos las cartas están abiertas para que todo aquel que secunde la propuesta y lo desee pueda sumar su nombre y el de su empresa a la misma. A día de hoy en la segunda ya son más de 2000 los firmantes

 

Ambas propuestas reivindican una vuelta a la creatividad y un deseo de ralentizar un sistema que es tan voraz como insostenible, pero con calendario y todo, ninguna ofrece demasiada claridad con respecto a cómo organizar y llevar a buen puerto estas propuestas.

 

Obligadas por el confinamiento, las semanas de la moda se han visto profundamente alteradas. La de Londres se reubicó en las fechas de la Semana de la Moda Masculina, es decir a mediados de Junio y se hizo en formato totalmente digital: charlas por Instagram Live y Zoom, vídeos conceptuales, playlists en Spotify, sets de DJs por Youtube Live, podcasts, etc. El resultado final ha sido menos una propuesta física y concreta de X tendencias/looks/prendas y más una propuesta conceptual. Aunque las críticas que recibió fueron mixtas, ya que ciertamente es difícil sentir la emoción de una pasarela en eventos como los arriba mencionados, sí han abierto camino a una forma de presentar completamente diferente, ha habido poca visualización de las prendas, lo cual como público es interesante, porque genera expectación y como profesional es desconcertante, porque supone un desconocimiento total de las propuestas reales. Si alguna de las pasarelas podía plantear cómo empezar a imaginar «los desfiles» del futuro, no sorprende que sea Londres. Con críticas y todo, yo rompo una lanza por ellos, puesto que el primero que se pone manos a la obra trabaja sin referentes y en su caso además desde el confinamiento estricto.

 

La Semana de la Moda de París se presenta esta semana empezando con Alta Costura (6 al 9 de Julio) y llegando a la masculina el fin de semana (9 al 13 de Julio). Muchos de los jóvenes diseñadores, entre ellos Alessandro Michele, Anthony Vaccarello, Palomo Spain o Esteban Cortázar cuestionan la necesidad de tantos desfiles y se descuelgan del sistema actual tal y como está, abrazando las posibilidades de un calendario de desfiles mucho más indulgente con los ritmos reales de creación y venta de productos, y una forma de presentar que sea totalmente nueva y les ofrezca mayor libertad. En el otro lado del espectro, casas tradicionales como Dior o Chanel, aunque se resisten a cambiar sus métodos tradicionales, participan igualmente en la versión digital. 

 

Por el momento, se ha generado una plataforma donde diseñadores y marcas pueden presentar sus propuestas en una línea similar a la de Londres, con charlas, paneles o showrooms digitales y cuyo único requerimiento con respecto a los diseñadores es presentar un vídeo que no sobrepase los 20 minutos y que muestre la colección o exprese el adn de la marca. Milán hará también una versión digital entre el 14 y el 17 de Julio, pero apunta a una propuesta mixta de digital y desfile físico en Septiembre, sentir al que París se suma. 

 

Pero la realidad está todavía muy dividida, aunque hay un gran número de profesionales que está deacuerdo en cambiar de algún modo el sistema, no hay acuerdo en el cómo.  Son muchos los interrogantes que se plantean desde todos los sectores de la industria, habrá desfiles físicos, sí o no? Haremos presentaciones en vivo? Seguirán existiendo las temporadas de desfiles tal cual? Se va ahacer ahora todo vía Zoom? Los creativos se preguntan si va a seguir siendo necesario el papel de los equipos tal y como se conocían (director de arte/fotógrafo/estilista/maquillador/peluquero), etc etc. . Hay una voluntad clara, sobretodo por parte de los diseñadores más jóvenes, de romper con el sistema establecido que esclaviza la creatividad en favor de un consumismo extremo y descerebrado, evitando el gasto desorbitado que la temporada de desfiles, el exceso de stocks languideciendo en almacenes y la estructura actualmente existente. 

 

Hace pocos días Vogue reincidía sobre el tema con la importancia de las temporadas de venta y evitar los períodos de rebajas eternas, a las que muchos diseñadores se ven obligados, y en particular ahora tras una media temporada con tiendas cerradas, producción parada y stocks esperando a ser vendidos. La temporada de Primavera Verano 2020 que actualmente empieza y se ve obligada a hacerlo ya con descuentos al tiempo que los manifiestos con los que comenzó esta rebelión buscan proteger el nivel de estatus y exclusividad inherente al lujo. Por otro lado está la cuestión de los descuentos fuera de rebajas; la pregunta de si eventos como el Black Friday, blanco de todas las críticas y con razón, tienen cabida alguna en una forma de entender la moda desde el punto de vista de la exclusividad o el estatus por un lado o simplemente con una intención de producir y vender de una forma coherente por otro. Las quejas alzadas por los diseñadores al ver sus productos devaluados al poco de llegar a las tiendas vienen en parte derivadas de todos estos elementos. Teniendo en cuenta que el factor exclusividad propio de los productos de lujo, es decir, los que se muestran en las Semanas de la Moda, es lo que tira del carro de la industria por la importancia de su valor aspiracional, el enredo es mayúsulo. 

 

Son muchas las cosas que se nos quedan sin responder, mucho lo que hay que repensar, reubicar, destruir y rehacer, pero también es de celebrar que la industria de la moda se haya sumado a este cambio de buena gana y haya hecho examen de conciencia. Además, son muchos los medios y empresas españolas que han firmado ambos manifiestos.

 

Una de las muchas preguntas que nos hacemos en LMQNP es la siguiente: después de todo lo vivido en los últimos meses y del proceso de reencuadrar las cosas al que la industria al completo se ha entregado ¿es el lujo lo que más nos preocupa? Y ya qué estamos, ¿cómo entendemos el lujo? Obviamente la calidad de los materiales, de los procesos e ideas que van implícitos en una prenda de prêt-a-porter elevan de manera inevitable y exponencial  el valor sobre el precio del producto a la venta, pero si lo que principalmente nos preocupa es la bajada de precios y la devaluación que lleva consigo del estatus asociado a nuestro producto, quizá lo que deberíamos plantearnos es si la exclusividad es un valor al alza o un valor que de pronto se nos ha quedado un poco rancio. En una sociedad en la que los desfiles de moda son tan populares que se plantea que dejen de ser un evento dirigido a la industria para convertirse en el nuevo escaparate al mundo, ahora ya sin complejos, quizá hay que comenzar a pensar que lujo y exclusividad no son la única pareja posible. Las marcas han llegado a quemar sus excesos de stock con tal de no devaluar esa exclusividad y ésta es un ejemplo de las muchas prácticas que hay que erradicar. Si la idea es cambiar la industria, quizá deberíamos plantearnos hacerlo a todos los niveles.

 

 

     

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