Poco presupuesto y muchas exigencias. Deadlines imposibles y un sinfín de tareas. Nulo reconocimiento y un enorme esfuerzo que se materializa en forma de créditos finales en letra minúscula. La moda no es fácil, pero es adictiva. Y es precisamente de esa pasión que sentimos todos los que nos dedicamos a ella, independientemente de la forma en la que lo hagamos, de la que se aprovechan muchos y muchas a la hora de exigir nuestros servicios. Como si de la visibilidad y el entusiasmo se comiese, la contraprestación económica, inherente al trabajo por definición, tiende a quedar aparcada bajo un halo iridiscente de falsas promesas y halagos constantes. Y mientras, trabajamos sin cesar por construir el portfolio perfecto que convenza a todos y cada uno de los clientes marcas que demandan nuestros servicios. ¿En qué momento se considera que un profesional de la industria está suficientemente preparado para ejecutar una tarea? ¿Cuáles son las formas más efectivas a la hora de demostrar nuestra valía? ¿Debemos aceptar la dinámica instaurada en el sector, o luchar juntos por un cambio real de sus estructuras? Todo esto y mucho más, en La Hora del Vermut.