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Entrar en el universo de Maison Artc a través de sus colecciones es una experiencia similar a entrar en un parque de juegos y sentir que, por un instante, el mundo a tu alrededor se para y desaparece la línea que divide el arte de la ropa. La primera impresión es casi sinestésica e inmediatamente nos sentimos más felices. Sus colecciones son una explosión de color, alegría, audacia; una serie de prendas de volúmenes esculturales, ultramodernas e históricas al mismo tiempo.

Nacido en Jerusalén y afincado en Marrakech, Artsi Ifrach, el diseñador detrás de la Maison marroquí, se inspira de elementos como la religión, la cultura y los recuerdos. Para él trabajar a partir de sus memorias es la forma de hacer que tengan un significado para los demás.

 

 

Ifrach cita la frase de Napoleón “De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso” y añade que en ese paso es donde reside la búsqueda que él hace con cada uno de sus diseños. Y se nota. Sus colecciones sin género están llenas hasta la bandera de humor, rebeldía, individualidad y descaro. Todo ello y más compone este paseo sin complejos alrededor de las mil maneras de hacer un tipo de moda que es puro arte y transmite tantas cosas del alma humana. Manteniendo además unos valores de profundo respeto por el medio ambiente y por el trabajo de sus artesanos.

 

 

Maison Artc critica la manera en que la industria de la moda se ha apoyado en paradigmas de ética ambigua y ha tenido tan poca consideración con el cuidado del planeta. Su forma de desafiar al sistema es reutilizando prendas y telas de la más alta calidad para crear con ellas piezas únicas que durarán toda una vida. Ifrach querría que empezásemos a plantearnos el cómo y el porqué de lo que estamos comprando y qué es exactamente lo que percibimos de aquello que hemos comprado. Con su trabajo, busca cambiar el modo en el que vemos las cosas.

 

Cada prenda que sale del atelier de Maison Artc tiene su propia historia, pero lo que de verdad es fascinante es cómo cuenta otra historia, la que nos conecta con las experiencias de vida de Ifrach. Yo me imagino su atelier como una tienda de golosinas llena hasta los topes; nada dice que no pudiera ser un sitio ordenado y organizado, pero de algún modo yo lo visualizo caótico y repleto de prendas a medio hacer colgadas aquí y allá. También me hace pensar en “Charly y la Fábrica de Chocolate”, no sé si será la exuberancia de su batería de referencias la que genera en mí todo este montón de memorias infantiles. Quizá sea simplemente el efecto que produce la libertad con la que él crea, expresando todo aquello que le hace sentir la prenda sobre la que está trabajando.

 

 

 

Las piezas son fantásticas e inclasificables, a menudo transformadas en obras de arte a través de un trabajo exquisito de bordado o patchwork, a veces con eslóganes que son puñetazos de verdades “Amarte a ti mismo es un acto de rebelión [En una sociedad que se beneficia de tus inseguridades]” o simplemente ideadas para convertirnos en seres únicos. 

Los artesanos con los que trabaja reciben sus dibujos pero luego Ifrach les permite elegir los colores libremente, de acuerdo con su propio punto de vista y creatividad. Para él un artesano es también un creativo, y por ello merece poder expresarse tanto como el diseñador.

Otro aspecto muy interesante de sus diseños es el uso de máscaras y el acto de cubrir la cara. Parte de su intención reside en cambiar el modo en que las mujeres musulmanas son percibidas por su uso del hijab. A lo largo de su producción, este es un elemento tan recurrente como sombreros y tocados, que son una auténtica maravilla. Para él la cara cubierta sirve como metáfora de la otra máscara, aquella que llevamos puesta cada día para vivir en sociedad.

El trabajo de Ifrach es puro inconformismo e individualidad. Hay múltiples referencias al pasado, a la historia de la moda y el arte, junto con una forma de mirar el mundo que es verdaderamente multicultural. Sus prendas desprenden poesía por todos los lados y se marcan una buena peineta al sistema establecido en todas sus variantes. Lo que él hace es inclasificable, es él mismo y la maravilla es que cuando lo ves, lo reconoces.

Estas prendas más que para morirse, son prendas para vivir y morir con ellas puestas.

 

 

*Todas las imágenes del artículo pertenecen a Maison Artc.

        

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