Julia de Castro. LA HISTORIADORA. Fotos Felix Valiente
No resulta fácil ubicarla. Cuando menos te lo esperas está haciendo un directo o escribiendo un libro o reformulando un film oculto de la década de los ochenta. Se llama Julia de Castro, aunque muchos la conocemos como De La Purissima, el proyecto que junto a Miguel Rodrigañez consiguió aunar cuplé y performatividad durante la última década. Su conversación es pausada y atenta, siempre con una sonrisa, aunque el tema no resulte amable. Estos días ha lanzado un disco, La Historiadora, con la compañía de Camilo Lara y Javier Liñan, de El Volcán. Un álbum que ayuda a entender lo polifacética e inquieta que es. Hay cumbias, rancheras, flamenco… Puede parecer ecléctico, pero no lo es. O eso quiero pensar tras conocerla. Su manera de trabajar y relacionarse está impresa en estas diez canciones. Temas que mapean, a modo de diario, un proceso de escritura y vida que ha recorrido varios países, años y amistades.
La conversación fluye de forma libre ante mi interés por conocer su modo de trabajo. Estamos hablando de una persona que en el último año ha editado un libro, publicado un disco, protagonizado el capítulo de una miniserie sobre el confinamiento, prepara una adaptación teatral y se va a lanzar a rodar su primera película. A mí me ha enamorado.
¿Cómo es tu dinámica de trabajo?
Absolutamente anárquica. Imaginate. Aunque a partir del lunes estaré en una producción en el Teatro de la Abadía. En ese momento tendré unos horarios más rígidos. Pero mi día a día es de muchísima anarquía, en el sentido más rígido de la palabra. Yo me tengo que poner. Por eso debo ser muy estricta. Soy mucho más estricta en esta cosa anárquica de no tener horario, que si lo tuviera.
¿Y cómo se corresponde eso con la diversidad de trabajos y de propuestas que vienes realizando en los últimos años? ¿Hay algún tipo de orden o de concesión a según qué disciplinas o facetas de tu producción artística?
En ese aspecto nunca me he visto obligada a generar trabajo para sobrevivir. De repente se ha ido dando. Y cuando he tenido épocas de mucha sequía —hay meses que no estoy creativa— pues lo acepto. Llevo un año sin componer una canción, por ejemplo. Es que no me sale. Obviamente, tienes que tener mucha previsión de gastos y ser un poco consciente. Lo que no hago es capearlo con ansiedad. No pienso que deba generar discos. Si la cosa no sale no me presiono en ningún aspecto.
Por ejemplo, codirijo mi primera película el año que viene y esto se lleva gestando un año y pico. Durante ese periodo he estado ocupada con dossieres y buscando financiación. Pero es algo que no está remunerado hasta quien sabe… O quizás nunca. Es una apuesta. Quizás porque soy una mujer madura que no tiene esa responsabilidad de tener una familia o un hijo, no me he visto obligada a crear.
¿Has visto una cierta evolución natural en esta forma tan anárquica de trabajo? ¿Te has encontrado cómoda a lo largo de estos años con esta dinámica?
Una se hace muchas preguntas. Yo te lo cuento ahora desde una perspectiva en la que ya estoy posicionada. Pero hay mucho cuestionamiento. Es también bonito hacer ver que hay mucha inestabilidad. Y dentro de que no me veo obligada a crear, eso no significa que no haya desasosiego. Si que lo hay. Hay momentos de duda. De, “lo estoy haciendo bien”.
¿Es muy complicado centrarte en algo? ¿Vas por etapas? ¿Cómo es tu forma de estructurar los diferentes trabajos que tienes? En definitiva ¿Cómo es tu día a día?
Ahora mismo no lo tengo claro ni yo. No hay una metodología clara. Una de las cosas que aprendí, y que me relajó mucho, fue ver a mis compañeros durante la beca de Roma. Fue uno de los grandes hallazgos de esa vivencia. Todos, al final, estamos en la misma. Te levantas por la mañana y tienes, de algún modo, el síndrome del estafador. “Me han dado una pasta y estoy aquí viviendo estupendamente. Pero, ¿qué hago? ¡Qué coño hago! Tengo esta idea, pero ¿cómo la ejecuto?”. Estás viviendo con 23 artistas. Te relajas. Ves los procesos de los demás y te das cuenta de que no existe una fórmula única. Y entonces comienzas a probar y a ser consciente. Puede que algo te funcione mejor siendo flexible, pero que en otro debas ser más estricta si estas dispersa.
Por ejemplo, ahora la película es mi obsesión. Pero porque hay una cosa muy concreta en este momento. Y, probablemente, el lunes que empiece en el teatro pase lo mismo. Sin embargo, hay épocas que estoy más dispersa, que no hay un trabajo tan concreto, y ahí yo me pongo más estricta para focalizar. Ver mucho arte, ponerte a leer. La metodología está basada en la personalidad. Es parte del trabajo de un artista encontrarse ahí.
¿Cuando fuiste becada por la Academia de Roma, tenías claro desde el principio que el resultado sería la edición del libro La retorica delle putane, una reflexión sobre el mundo de la prostitución?
Para nada. De hecho a mi la beca me la dieron por artes escénicas. El proyecto cambió su naturaleza a mitad de la beca porque lo vi claro. Cuando me dieron la traducción del libro —destine parte del dinero que me dieron a esa traducción— entendí que no iba a ser una cosa escénica. Pero cosas de la vida, Juan mayorga cuando lo ha leído me ha dicho: “Esto es una obra”. Pero considero que eso ha sucedido ahora, cuando ya he escrito el libro. Antes no hubiera sido capaz de verlo.
¿Y el disco cómo surge? ¿Tú se lo propones a Javier Liñan? ¿Tenías claro que debía ser con tu nombre?
Las decisiones van surgiendo y van apropiándose de una. Cuando me fui a Roma entendí que había otras disciplinas en mi vida que podían tener cabida como creadora. Me dio mucha fuerza y mucha seguridad. Era bonito terminar con diez años de De La Purissima. Exhalación, que es la obra de teatro con la que dimos fin a todo, además está nominada al Premio Valle-Inclán, una cosa que me emociona muchísimo.
El mismo día que conocí a Camilo Lara conocí a Javier Liñan. Fue amor a primera vista en el Mercat de Música Viva de Vic. Liñan hizo un seguimiento muy cercano a toda la grabación, tiene un olfato muy bueno. Y, aunque tiene muchos artistas polifacéticos, puede que yo sea de los más freak. De hecho, él me llama freak. “Qué pasa freak”, me dice. Le resulta muy gracioso que tenga tantas facetas.
¿Cómo se conjuga un perfil tan nómada como el tuyo con trabajos relativamente estables? ¿Vives en Madrid?
Sí, pero no tengo una casa fija. Estoy establecida porque se está dando aquí más trabajo, pero no tengo un lugar concreto. He vivido una etapa muy nómada desde hace tres o cuatro años. De hecho, Liñan es una cosa que siempre me pregunta: “¿Cómo estás? ¿Cuál es tu dirección ahora?” Entonces, cada dos meses, le doy una dirección y él insiste: ¿Pero tú estás bien?”. “Sí. Yo estoy muy bien, Javier”.
Quiero volver sobre esa idea de trabajo anárquica y semiestablecida de la que hemos hablado al principio, pero desde un punto de vista perceptivo. ¿Cómo te ves dentro de la cultura española? ¿Crees que España valora lo suficiente a sus artistas?
Creo que somos muy resistentes. Y que cuando sales a países como Francia —donde he vivido— o Berlín —donde he estado viajando por un proyecto— es muy diferente. Hay una especie de resistencia cultural aquí. Ahora estoy viendo algo en Sevilla muy insolito. Algo que nos define y nos impulsa. Tengo una red de mucha gente, que está gestando proyectos, y que cuando voy a Francia, por ejemplo, no la veo. Lo que allí observo son otro tipo de proyectos, evidentemente, con otro tipo de contexto. Son otras dificultades. Ellos tienen sus mensualidades, mientras que aquí no hay grises. O estás en el underground o eres una persona que está muy situada en un plano institucional.
¿Te encuentras cómoda en un universo más cercano al arte contemporáneo?
Procuro pensarlo poco. También para liberarme de eso. Si ha surgido un libro es para pensarlo desde ahí. Si ha surgido esta película es porque nos hemos permitido esta cosa de decir: “Aunque no sea directora puedo hacerlo”. No soy muchas cosas, pero puedo ser todo lo que me apetezca. Y si sale mal, pues tampoco pasa nada. Si hay algo que me resulta atractivo, me acerco. Y no tengo ese problema de intentar satisfacer una catalogación.
Esta apertura mental te arrima a creadores muy abiertos y que están dispuestos a nutrirse. Lo que haré con Rafael Villalobos en el Teatro de la Abadía es directamente con cantantes de ópera. Una versión de Woyzeck centrada en la figura del personaje femenino, Marie. Supongo que me han llamado porque estaban buscando a alguien más multidisciplinar y creativo.
Una última cosa. ¿Se puede contar el argumento de la película que vas a dirigir?
Es un homenaje a una película de Gonzalo García Pelayo, Corridas de alegría. Cuando nos conocimos, nos calamos enseguida. Claramente dijimos: “Esto va por buen camino”. Él es una persona increíble: Productor de Triana y Lole y Manuel. Imaginate, cuando veo a ese tipo de personas multidisciplinares, me ayuda. Me encanta. Y digo: “Esto es lo que yo quiero. Crear desde ahí o por lo menos relacionarme desde ahí”.