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Esta semana vamos a recomendaros una Expo por partida doble, la opinión de Patty y de Elena a bocajarro, sin contraste ni fusión, para evitar interferencias y poder acercaros desde dos puntos de vista. Allá vamos:

 

PATTY

 

Recuerdo claramente la primera vez que vi una creación de David Delfín, no sé si fue una portada o una imagen de campaña, pertenecía a la colección Cour Des Miracles, la colección con la que debutó en Cibeles. Por aquella época, yo era una estudiante de moda en Londres y estaba ávida de imágenes que rompiesen con las barreras de la sociedad y si eran de moda, entonces ya me consideraba directamente feliz. Yo tenía 23 años y la imagen en cuestión era un look color champán de blusa semi transparente con canesú plisado en raso y falda evasé, la modelo llevaba un rosario enorme alrededor del cuello y la cara cubierta con un pañuelo, como el cuadro de Magritte. Para cuando llegué al vestido de soga, yo ya estaba diréctamente en éxtasis. Lo que David estaba haciendo en aquel momento, aparte de dar voz a una nueva generación en España, era hacerle un peinetazo a un país que todavía tenía mucha caspa que quitarse. 

 

De la postadolescente de entonces a la mujer de ahora no hace falta decir cuántos años han pasado, pero ya son. Y al recorrer la exposición que celebra su trayectoria en la sala Canal de Isabel II de Madrid, puedo ver claramente las distintas capas del trabajo de Davidelfín. Entonces igual que ahora, aunque entonces esto era mucho menos habitual, me interesaba toda expresión de moda andrógina, hoy evolucionada a genderless. De su visión de aquella época me fascinaba precisamente lo gótico, andrógino y lineal que habitaba su trabajo. Hoy, a medida que voy pasando por la colección recuerdo como entonces me fijaba en la ropa libre de género, los trajes de chaqueta severos, el look estricto, evolucionado de lo militar. Sin embargo, lo que yo estoy viendo ahora son muchos otros matices, veo la unión de narrativas entre el arte y las prendas, veo a Schiaparelli con las referencias de trampantojos en sus prendas de la primera época, veo a Dalí, a Magritte, a Buñuel, a Kurosawa, surrealismo mezclado con un imaginario que Marilyn Manson probablemente habría apreciado, yo desde luego, lo hacía, entonces y ahora.

 

Hoy veo patronaje, materiales novedosos, una narrativa que trascendía la voluntad de crear un tipo de moda que dejase el campo libre para todo lo que estas nuevas generaciones querían contar. Por eso, al poder acceder al resto de elementos de la plataforma creativa que eran David Delfín junto a Bimba Bosé y los hermanos Postigo, y a su archivo personal, me emociono; con los videos, con algunas de las fotos, sonrío con la carta que le envía una airada hater del momento en la que la señora, seguramente de alcurnia, le informa de que nunca será un auténtico diseñador de moda como Balenciaga o Pertegaz. 

 

El legado de este diseñador multidisciplinar, sincero y que nunca se ocultó detrás de sus diseños, sino que los utilizó para exorcizar todo lo que le quemaba dentro es más que una serie de prendas bellas y poéticas y rebeldes. Su legado es un país más moderno y tolerante, más abierto a nuevas formas de expresión creativa y es curioso, porque muchos de sus diseños son como miguitas de Hansel y Gretel de nuestras vidas, y me van trayendo recuerdos, “este traje se lo puso fulano a tal actriz, con aquel abrigo fotografié a mengano…”. Agradezco entonces haber sido testigo de una trayectoria que abrió las puertas al futuro y nos animó a expresarnos, a despertar.

ELENA

 

Me vais a perdonar pero no puedo evitar ponerme sensible al reflexionar sobre esta EXPO que pude disfrutar poco antes de entrar en cuarentena. 

 

Al sistema que en un principio acogió el proyecto Davidelfin, le costó luego bastante otorgarle el lugar que estaba ocupando en realidad. Seguro que en el camino hubo desatinos, es lo lógico, pero el complejo patrio, el castigo rápido por salirse de los cauces conocidos, no fueron buenos aliados a la hora de entender y valorar la validez de su trayectoria, y todo lo que desde su novedoso modelo de negocio aportó a nivel conceptual a la moda española.

 

Tuve la suerte de tener una tutoría con él cuando desarrollaba mi tesis y siempre guardaré un buen recuerdo, me gustaba su visión y su manera de discurrir y admiraba tremendamente como siendo tan moderno, guapo y listo a rabiar su actitud siempre fuera fresca, curiosa, híper sensible e inconformista.

 

Hablar de David y de su marca sin detenerse en Bimba es absurdo. No era sólo musa y amiga del alma si no compañera de proyecto.

Ella fue además -al menos a mi me parece evidente- la persona y personaje moda más atractiva del panorama contemporáneo español: se desarrolló en múltiples facetas siguiendo su instinto y apoyada en sus múltiples talentos, venciendo miedos y exponiéndose tranquila a la opinión ajena. 

 

Con Bimba compartí hace años un momento corto y bonito: fue ayudándole a probarse un vestido de los años 30, cuando yo trabajaba en la fascinante tienda vintage Corachán y Delgado. Por la hechura parecía que nunca podría entrar por sus bellísimos hombros, pero entonces retorció sus brazos de una manera acrobática que me dejó atónita y lo consiguió; después confirmamos que le estaba enano -:). 

Tengo que confesar que me sigue emocionando cuando a veces alguien se me queda mirando y me dice que le recuerdo a ella. Es curioso, admito que me siento halagada porque aunque se trate de una cuestión física, subjetiva y tangencial, a mi me hace sentir confianza, como un piropo de esos que te estimulan a nivel persona.

 

En mi etapa como responsable de la escuela de moda del IED Madrid quise activar sendos proyectos alrededor de estas dos figuras clave en la moda española moderna. No se logró entonces pero espero que pronto en todas las escuelas se les dé el espacio que deben ocupar y que las nuevas generaciones los analicen a conciencia.

 

Se les echa de menos y se agradece que se haya dedicado al fin una exposición a su trayectoria, esperemos que sea una de muchas.

 

Y cómo estoy segura de que Patty os ha contando muchas cosas interesantísimas sobre las prendas y la Expo -y ahí la tenéis para ir a verla-, me arriesgo a concluir con esta pequeña aportación:

 

Raul Marina ha comisariado desde el cariño. En las primeras plantas se exhiben las prendas de un modo sencillo, sin grandes artificios. A medida que subes por el espectacular antiguo depósito de aguas la visita se vuelve más emotiva y sensorial: los vídeos -ay ese de ell+s dos- y los documentos de procesos de trabajo, testimonios o cartas -incluida una donde le ponen a parir de un burro-, culminan en la bóveda “superior”. Allí una se queda tumbada, mirando a un cielo estrellado, alegre y triste como de morriña, la vida misma.

 

 

 

 

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