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UNUM Filippo Sorcinelli

Definir el lujo es una tarea difícil, especialmente en una época en que las prioridades globales se han trastocado y pocos valores parecen certeros. Para ir sobre seguro, podríamos centrarnos en una descripción puramente objetiva. Visto así, el lujo es lo que solo está al alcance de unos pocos, un privilegio trasladado a un objeto, un producto o un servicio cuya exclusividad reside en su escasez y en su precio. Pero conviene ir más allá de las definiciones objetivas, especialmente porque pocos sectores se han transformado tanto en los últimos tiempos. A continuación, cinco tendencias del mundo del lujo ilustradas con otros tantos ejemplos.

 

La exacta lentitud

La firma Knitbrary tiene su sede en Galicia pero produce en Perú jerséis, chaquetas y otras prendas de punto tejidas a mano por artesanos locales. Sus precios producen vértigo, pero en una industria en que las etiquetas de composición y procedencia siguen despertando suspicacias, Knitbrary puede presumir de la trazabilidad más exhaustiva del mundo. Su fórmula es, en buena parte, la que está redefiniendo un tipo de lujo socialmente responsable, que contribuye al desarrollo de distintas comunidades y se dirige a sensibilidades muy distintas mediante diseños sencillos, intuitivos y fáciles de llevar. Parsimonia, pureza y concentración como antídotos contra la vorágine accesibles a unos pocos.

 

Knitbrary

 

Engranajes internos, códigos propios

En los últimos años el mundo del lujo ha aprendido rituales, mecanismos y métodos de industrias aledañas, pero ajenas a la moda en sentido estricto. Uno de los diálogos más fructíferos es el que se ha entablado con el sector de la relojería artesana, toda una rareza global con una ubicación muy local: los valles suizos. Vale, un reloj de lujo puede no parecer una elección muy innovadora, pero sí lo es el sentido de exclusividad que conlleva. Por ejemplo, en la relojería de lujo el prestigio no reside solo en las piedras preciosas, los materiales o las funciones, sino en la capacidad de las manufacturas para crear sus propios movimientos y mecanismos. En los últimos años, este fenómeno se ha acelerado: hace un par de décadas, la mayoría de relojeras adquirían mecanismos externos que después adaptaban a sus propios diseños. Hoy, prácticamente todas las casas de prestigio invierten cantidades, recursos e inteligencia en crear sus propios movimientos. Apunta nombres como Audemars Piguet, Omega y Oris, ejemplos de ambición poética que, a fin de cuentas, indican que no hay nada más preciso –ni más propio– que lo que se crea en casa.

 

 

 

Audemars Piguet

 

Omega

 

Oris

 

Artesanía más allá del folclore

Olvídate de las tiendas de recuerdos: la artesanía de hoy no solo tiene que ver con las tradiciones estéticas de siglos, sino con sus métodos y su espíritu. Y, si no, echa un vistazo a los ejemplos que reúnen convocatorias como el Loewe Craft Prize, un certamen en el que participan desde alfareros hasta orfebres y tejedores de alfombras o tapices. O a Petit H, una línea de la casa de lujo Hermès dedicada a reciclar de manera imaginativa los materiales sobrantes de los talleres de la firma. Todo esto tiene un nombre: artesanía de vanguardia.

 

 

 

Loewe Craft Prize 2020

 

Petit h at 24 Faubourg Saint-Honoré

 

El imperio de las pequeñas rarezas

La distribución y la venta a través de internet ha provocado un seísmo en el modo de concebir, gestionar y evolucionar proyectos pequeños y de autor, de esos que la industria cataloga como “nicho”. Gracias a las redes, una firma minoritaria puede llegar hasta fans en todas las partes del mundo y construir un modelo de negocio impensable hace solo una década. Uno de mis ejemplos favoritos es Unum, una firma de perfumería creada en una pequeña ciudad italiana, Mondolfo, por Filippo Sorcinelli, un tipo increíble que parece un tatuador pero en realidad es organista, sastre eclesiástico –hace increíbles prendas litúrgicas– y autor de fragancias oscuras y misteriosas, casi un viaje a criptas recónditas y fascinantes. Sus velas, perfumes y, ahora también, geles hidroalcohólicos, son de un barroquismo conceptual extraordinariamente puro y emocionante. El nuevo lujo también consiste en plasmar tu rareza en un producto y saber que, con los canales adecuados, alguien sabrá verlo y apreciarlo.

 

UNUM Filippo Sorcinelli

 

Una tienda que lleve ahí desde siempre

Para terminar, vamos de lo digital a lo más tangible: una tienda física. Ahora que las grandes ciudades viven presas de una fiebre inmobiliaria frenética, nada hay más extraño ni más precioso que una tienda que lleve ahí desde siempre. No es solo nostalgia, sino también carácter. Un gesto de resistencia que confiere valor a unos metros cuadrados que, de lo contrario, albergarían una franquicia o un negocio más rentable. Piensa, por ejemplo, en Casa de Diego (Madrid) o la Guantería Alonso (Barcelona). En este caso, el lujo no reside en su exclusividad –muchas de estas tiendas no son más prohibitivas que tantas otras–, sino en su escasez. Cuida tus negocios locales de cercanía. Una vez que desaparezcan, no habrá dinero capaz de hacer que el tiempo remonte su cauce.

 

 

Casa de Diego MADRID ·turismomadrid·

 

 

Casa de Diego MADRID ·modaes·

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